viernes, 30 de agosto de 2013

Barracas del Delta del Ebro.

Tras un largo descanso por unas necesarias vacaciones, quiero retomar la actividad habitual de este blog, que ciertamente tenía algo abandonada.  Es precisamente, con esta entrada con la que quiero despertar el interés por una singular comarca de la Península Ibérica y su arquitectura,  donde  desde hace ya años, me refugio algunos días huyendo del extremo estío cordobés.

Bajo mi personal punto de vista, encuentro en el Delta del Ebro muchas similitudes y concordancias con las tierras andaluzas de la Vega del Guadalquivir; no solamente desde el enfoque de la arquitectura tradicional y sus chozas o albergues, si no también relacionando otros aspectos etnográficos y sociales, que no vienen al caso.




Nueva barraca en Riet Vell,
de SEO (Sociedad española de Ornitología).



Su carácter fluvial, marcado por el Río Ebro, su clima, y por supuesto los usos y aprovechamientos tradicionales de los que fueron objeto sus acuáticas tierras, hacen que, salvando las distancias, aparezcan tipologías, materiales y técnicas de gran parecido con los albergues que se hacían en ciertas tierras y pueblos de las provincias de Huelva, Sevilla e incluso en la de Córdoba.

Nuevas barracas en Poble Nou.

Las denominadas “barracas” son casi siempre de planta rectangular y de dimensiones variables según la zona y sus usos. Se diferencian al menos tres variantes a lo largo de todo el Levante español: la murciana, la valenciana y la deltaica. Centrándonos en las “barracas deltaicas” de esta zona sur de la provincia de Tarragona, diremos que eran construcciones enteramente vegetales, de plantas rectangulares u ovaladas, con cubierta a dos aguas. Algunos tipos sin paredes rectas y otros con la cubierta calzada sobre postes de madera a modo de zócalo. Eran realizadas principalmente con cañizos enfoscados, madera, paja y otras fibras vegetales. Eran viviendas permanentes en algunos núcleos de población o temporales asociadas a la huerta y a la pesca.





Antiguas imágenes de barracas en San Jaume 
(FLORES, 1973).

Su procedimiento constructivo consiste en la preparación de una estructura de potentes postes de maderas. Indicar la disponibilidad de los extraordinarios pinares existentes en las sierras próximas de ELs Port y Monte Caro y su transporte a través del propio río Ebro. La armadura de madera tras ser tratada y clavada en el suelo, es forrada de cañas cosidas, haciendo un entramado que se enfoscará más tarde con una mezcla de barro y paja. Algunos nombres en catalán que reciben las distintas partes de la armadura son: “puntal de cap forcat”, “carener”, “puntais laterals”, “anguileta”, “costelles” y “carena”. Todo éste proceso y terminología ha sido extraído de un interesante cartel elaborado por Joan Lafont Matamoros. 


Nueva barraca en San Jaume de E´beya.


Finalmente todas las paredes son encaladas repetidamente hasta hacerlas impermeables y duras. La cubierta se cubría principalmente con (Ammphila arenaria), una gramínea local llamada “borró”, que se siega en las zonas húmedas y litorales del parque. El caballete se suele enfoscar y encalar para darle más consistencia, siendo recientemente cubierta toda la superficie de pasto con una extensa red de pesca. Una de las características más peculiares de estas barracas deltaicas, es la disposición de las cabeceras de la cubierta en contra de las lluvias y vientos dominantes. En el frontal donde se abre la puerta, la pared enfoscada se eleva y retranquea con respecto a la cubierta, proporcionando un potente alero que la protege. Por contra, en el extremo opuesto, se suelen abrir algunas ventanas para dar luz a la parte alta de las habitaciones. Este testero a diferencia, se forra con pasto en una caída totalmente vertical. 





Interior y exterior de la tienda en la Casa de Fusta.

Tras el abandono de muchos de estos albergues o su transformación en edificaciones con modernos materiales preelaborados, las barracas del Dela del Ebro desaparecieron de este paisaje único, a la misma velocidad que los modos tradicionales del cultivo del arroz. 


Pequeña barraca en La Tancada, hacia 1995.
Foto de Mónica López.

En la última década, se viene mostrando un interés por recuperar esta idiosincrasia constructiva tan característica de este espacio natural. Ciertos elementos y equipamientos propios del Parque Natural se han realizado siguiendo estas técnicas y tipologías. Así los centros de interpretación, museos y observatorios reproducen las formas arquitectónicas de las barracas. Por otro lado, y en un orden privado algunas empresas http://www.barracadesalvador.com/es/ ofrecen la posibilidad de construir casas y casetas con estos materiales vegetales, adaptándolas ya a otras necesidades de ocio, alojamiento rural o segunda residencia.





Carteles publicitarios.



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