martes, 17 de julio de 2012

Armaduras de cubiertas.

Por armaduras, se definen las estructuras de maderas que sustentan las cubiertas de distintas formas de albergues, desde casas a chozas.  La llamada “carpintería de lo blanco” era la disciplina por la cual se realizaba el cerramiento de los muros, tanto para una casa solariega como una choza.

En el caso de las chozas, estas armaduras solían ser de carácter ligero, pues el recubrimiento exterior, era de tipo vegetal,  aunque también  se incorporaban en algunos casos la teja. Aparecen armaduras, tanto en las chozas enteramente vegetales, como en las mixtas, siendo sus sistemas de apoyo, bien con palos rígidos o varas flexibles. La forma depende del tipo de planta. Para las circulares, en la mayoría de los casos, la solución era una estructura de tipo cónico, más o menos apuntada, que reunía en un vértice una serie de maderas, bien clavadas, atadas o simplemente trabadas, todo ello convenientemente arriostrado con hileras de “latas”, sobre las que se techaba luego con retamas, paja o juncos.



Dos tipos de armaduras en nuevas chozas.


En las de tipo mixto, y especialmente en las de mayor diámetro, el trabajo de carpintería era más elaborado, encontrándose armaduras con sistemas regulares, totalmente planificados. Para su realización sólo se requería de una cuerda, que hacía las funciones de compás y cinta métrica. Con ella podían plantearse sistemas geométricos, exagonal en el caso de las “Chozas de la Pellejera” en Belalcázar. En otros casos, en los que se sobrepasaba en más de 5 m. el diámetro del habitáculo interior, era necesario un puntal o pie derecho central, que reforzara el empuje de la cubierta, como podría ser el caso de la “Choza del Charco de la Rosa”, en el Guijo.





Armadura de las "Chozas de la Pellejera",
en Belalcázar.

   
En las de tipo circular y cubierta de teja, existen dos variantes. La primera y mas frecuente, es la de dos aguas. Todo el sistema se sustenta sobre una viga cumbrera apoyada en dos cuchillas recrecidas sobre el zócalo de mampostería. Sobre los rollizos de madera, podían colocarse cañizos o tablas, antes de tejar exteriormente.



Armadura con cañizo en la "Choza II de Cuernos",
en El Viso.


Armadura con tablas en la "Choza de San José",
en Fuente Obejuna.

De la segunda opción, esto es las apuntadas, sólo se ha encontrado un caso con armadura de madera, pues la mayoría se solucionaban con cúpula semiesférica de ladrillo. Este tipo, podría denominarse de “péndulo”, pues con una baja inclinación se reúnen las maderas en vértice con una pieza así denominada. Este armazón se forraba con “tiguillos”, unos palitos de madroño o coscoja recubiertos de barro, sobre los que se fijaban finalmente las tejas.




Armadura de la "Choza de la Jineta",
en Fuente Obejuna.


En cuanto a las de planta rectangular,  igualmente se documentas dos variantes. Por un lado, las de dos aguas sobre viga cumbrera y cuchillas, llamadas “chozas de hormazo” en algunas zonas; y las de cuatro aguas. Las cubiertas de este último tipo, se alzaban en unos ángulos realmente inclinados. Esta solución viene condicionada para evitar el empuje del peso de la cubierta sobre los muros de carga, y por añadidura para drenar rápidamente el agua de lluvia. Aún así, en algunas construcciones se añadían contrafuertes de ladrillo en puntos de debilitamiento de la mampostería o tapial. El sistema para construirlas, se asemejaba a la clásica armadura mudéjar[1] de “lima bordón”, aunque en una versión mucho más tosca. Las “segueras” cabrios o pares,  se empotraban en el muro directamente, durmiendo sin apoyarse en solera alguna; no existían “horcones”, descansando el peso de toda la estructura sobre el zócalo de obra; los pares confluyen en una débil “cumbrera” a modo de “hilera” y para contrarrestar su abarquillamiento aparece un elemento innovador, el “nudillo” que se  atraviesa en su tercio superior. Otros elementos que conforman el encuentro de los cuatro planos del techo “testeros y guarderas” son las “limas” y las “manguetas o partorales”. En cuanto al forro vegetal, tanto materiales como técnica son las mismas que las empleadas en otras chozas, con la única salvedad de que se dejaba un amplio alero que descansaba sobre el tapial.




Armadura de una de las "Chozas de Godoy",
en Palma del Río.


Por otro lado, encontramos las chozas y chozos enteramente vegetales y de formas circulares u ovaladas. En ellas, y dependiendo de su tamaño, se utilizaban grandes ramas para las estables y varas flexibles para los móviles o desmontables. En todos los casos, se obtenían formas semi-cupuliformes y apuntadas. En el caso de las alargadas y ovaladas, se apoyaban todas las maderas sobre pies derechos en forma de horquilla. Las “piernas” o “segueras”, se talaban con una forma levemente arqueada, para conseguir un volumen interior más cómodo.


Armadura por apoyo, en una choza de Conquista.
Foto en (ALBAR et al, 1991).

Armadura flexible en un chozo "Rosquera" de Villaralto.

Pie derecho en horcón de un chozo
en Fuente Palmera.

Casco de una choza de horcones, en Guadalcázar.



[1] NUERE, Enrique (1985). La carpintería de lo blanco. Lectura dibujada del primer manuscrito de Diego López de Arenas. Ministerio de Cultura. Pags. 90 y 95.


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