Frente
a la pérdida de las distintas manifestaciones de arquitectura tradicional, ya prácticamente
extinguidas, tanto en sus usos, técnicas constructivas, formas y tipologías; se
vienen desarrollando durante las últimas décadas, dos corrientes totalmente
antagónicas en su concepto y esencia.
Por
un lado, para algunos sectores de la población, este tipo de arquitectura
genera un cierto sentimiento de idealismo y bucolismo. Son cada vez más frecuentes actuaciones sobre
edificios modernos que tratan de simular la estética de algunas construcciones
tradicionales. Esta modalidad, a la que yo vengo en llamar “rusticismo”, emplea una falsa apariencia
de antiguo, pues sobre estructuras de hormigón y ladrillos huecos, se utilizan
revestimientos de medios ladrillos, maderas y piedras simulando muros y
cubiertas, llegándose incluso al empleo de moldes de resina imitando todos
estos materiales.
En
el caso particular de las chozas, se han venido realizando en Córdoba, diversas
iniciativas públicas que han optado por esta modalidad. Frente a un rigor
etnográfico ha primado la idea de reproducir una imagen estereotipada de estas
formas básicas de albergues. Muchos de estos casos, tratan de aproximarse a las
tipologías que existieron, utilizando toda una serie de materiales modernos
(cemento, hierros, asfalto, etc.) o foráneos (brezo, cañizo, etc.) que nada
tienen que ver con el concepto de arquitectura mínima e inmediata.
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Chozas en un parque de Torrecampo. |
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Museo de la Matanza (Alcaracejos). |
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Albergues en Piconcillo (Fuente Obejuna). |
En
contraposición, existen otras experiencias más acertadas que se ajustan a esta
desaparecida realidad social, sobre todo porque en la mayoría de los casos han
sido recreadas por antiguos pastores o personas que conocían sus técnicas
constructivas. Aquí, se han utilizado casi los mismos materiales originales
recogidos del entorno inmediato (palos, maderas, paja o juncos), con alguna
licencia para incorporar cuerdas de plástico.
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Choza en Puente Nuevo (Villaviciosa de Córdoba). |
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Museo de Posadilla (Fuente Obejuna). |
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Chozo en la Dehesa Boyal (Pedroche). |
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Museo del Pastor (Villaralto). |
Con
todo esto, quiero decir, que ya que intentamos recordar como fueron los
refugios y albergues de nuestros antepasados, haciendo recreaciones en
distintos espacios públicos, deberíamos ser un poco mas serios y rigurosos.
Aunque se parta de unas muy buenas intenciones y voluntades, hemos de transmitir
a las generaciones que no llegaron a conocerlas, una imagen lo mas ajustada posible a
aquella realidad.