Durante siglos, y hasta las últimas décadas del siglo XX, la figura del pastor ha estado ligada a un elemento destacado en el paisaje cordobés, el “chozo”. El oficio, requería una gran movilidad y por consiguiente, la provisionalidad de sus refugios y albergues. Muchas de estas construcciones, estaban condicionadas por el binomio “pastoreo-lobo”. El pastor tenía que vigilar también durante la noche sus rebaños, para impedir el ataque de este mítico carnívoro. Tras conseguir casi extinguirlo de forma implacable, de esta provincia, desapareció también la necesidad de construir chozos, e incluso de vivir en el campo.
Familia de pastores en Los Pedroches. Cortesía de Jesús Cangas. |
Igualmente, la “trashumancia” propició este fenómeno de edificaciones. Los pastores sorianos, principal origen en nuestra provincia, requerían de albergues para su invernada, que bien eran aportados por los propietarios de las fincas o se los construían ellos mismos. La “trasmeditancia”, con sus cortos desplazamientos del ganado, hacía que pastores y vaqueros se movieran a lo largo de las distintas épocas del año (verano o invierno), desde la Campiña a las Sierras. Así, Damián Priego relata a cerca de un vaquero: “este, cuando tenía 13 o 14 años, se quedaba en una choza a dormir junto al corral donde encerraban las vacas que venían de la Campiña a principios de primavera a la Sierra de Zuheros, para pasar el verano”.
Pastor en Almodóvar del Río, hacia 1990. |
Tal era la movilidad de los pastores, que también se han documentado refugios, incluso con ruedas. En Hornachuelos y particularmente en “San Calixto”, según el informador Jesús Jurado, y hacia la década los 70 (siglo XX), existían una especie de carros de madera pintados de verde que utilizaban los pastores a modo de camastro. Indica, que ya por esa época parecían en desuso. Otros pastores y cabreros, optaban por transportar a lomos de sus burros, unas tiendas de campaña de tela o hule, que les permitieran pernoctar en cualquier lugar donde montar la majada.
Cabrero en Las Pinedas (La Carlota), hacia 1990. |
Analizando los registros de toponimia de las chozas que se indican en la cartografía histórica, encontramos numerosas alusiones a estos oficios: “Majada de pastores”, “Chozas de cabreros”, “Choza de yegüeros”, “Choza de vaquero”, “Casilla del porquero”, etc.