La influencia ribereña de ciertos parajes cordobeses influyó también en el condicionante de morada o refugio de las gentes dedicadas a actividades como la pesca, el transporte de mercancías y personas en barcas y otros menesteres acuáticos. Así encontramos referencias históricas de estas chozas en el trabajo de Pilar Hernández Iñigo, sobre la pesca fluvial y el consumo de pescado en Córdoba entre los siglos XV y XVI:
Independientemente del tipo de pesquería de que se tratase, era frecuente la construcción, en lugares próximos a ellas, de chozas pajizas en las que los pescadores permanecían durante los períodos de pesca. Así, en 1515 un pescador había hecho "una choza para pesquería de sábalos" en una heredad de viña que tenía en renta de Alfonso de los Ríos; y en la pesquería de Almodovar, los pescadores podían "amarrar sus barcos en tierra firme y hacer chozas pajizas a una soga toledana de donde el río moja y enjuga".
Por otro lado, los barqueros, aquellas personas que hacían el servicio de paso de una orilla a otra, tanto a personas, animales y carros, disponían en algunos casos de un refugio o choza, que servía incluso como vivienda. José María García Benavides, en su libro "Pequeñas historias de Posadas" refiere una choza de barquero desprendida de un documento de 1839:
Igualmente en la misma localidad, describe una historia en referencia a chozas y barcas:
En la primavera de 1892 y con ocasión de una de las mayores avenidas del río Guadalquivir, quedó aislado el chozo donde vivía el guarda de la Estrella, José del Río Calvez, que subido en a su cumbrero esperaba que lo rescataran mientras las corrientes casi arrancaban los palos de su estructura. Finalmente dos cordobeses y un maleno con un barco pudieron sacarlo con vida.
Vista de Almodóvar del Río y barquero en el siglo XIX. |
Por otro lado, los barqueros, aquellas personas que hacían el servicio de paso de una orilla a otra, tanto a personas, animales y carros, disponían en algunos casos de un refugio o choza, que servía incluso como vivienda. José María García Benavides, en su libro "Pequeñas historias de Posadas" refiere una choza de barquero desprendida de un documento de 1839:
Sobre una "barca de maroma" enajenada por el Ayuntamiento de Posadas en 1839, dentro de las desamortizaciones de sus bienes de Propios:
Tasados los aditamentos de la barca por los carpinteros Francisco María de la Torre y Francisco García Amo, resultó que valían:
El barco................................................... 500 reales
La choza de pitones podridos................. 35 reales
El torno y el palo..................................... 12 reales
La maroma y guindaleta en mal estado.. 45 reales
Total ........................................................ 592 reales
El barco................................................... 500 reales
La choza de pitones podridos................. 35 reales
El torno y el palo..................................... 12 reales
La maroma y guindaleta en mal estado.. 45 reales
Total ........................................................ 592 reales
Igualmente en la misma localidad, describe una historia en referencia a chozas y barcas:
En la primavera de 1892 y con ocasión de una de las mayores avenidas del río Guadalquivir, quedó aislado el chozo donde vivía el guarda de la Estrella, José del Río Calvez, que subido en a su cumbrero esperaba que lo rescataran mientras las corrientes casi arrancaban los palos de su estructura. Finalmente dos cordobeses y un maleno con un barco pudieron sacarlo con vida.
Vado de Mingachez por la Colada de la Estrella. Foto tomada desde la Casa del Barquero. |
Cerca de la localidad de Córdoba, en el conocido como Camino de la Barca y su Paso del Arenal sobre el Guadalquivir, se cita a finales del XIX una referencia a la "Choza de Barquero", que un informador (Leiva, conv. pers.) apunta que se trataba de una construcción de medias paredes de tapial y cubierta de pasto, manteniéndose probablemente hasta mediados del siglo XX.
Choza del Barquero en 1872 en las proximidades de Córdoba. |