lunes, 5 de septiembre de 2016

Las Barracas de Rossell (Castelló).


Irse de vacaciones, no significa necesariamente hacer lo que habitualmente hace todo el mundo: playa, chiringuito, tumbona, etc. . En mi caso, aprovechar este descanso estival supone también viajar con la familia a otros territorios, conociendo sus ciudades, sus pueblos, las costumbres de sus gentes, recurrir con cualquier excusa, a seguir educando y aprendiendo fuera del ámbito escolar, siempre tan encorsetado, que nuestros hijos a veces no relacionan lo aprendido en la escuela con la realidad palpable.


Barraca 5.



Barraca 5.


Este verano, entre playa y playa, un día nos acercamos a la localidad tarraconense de La Sénia, uno de los pueblos de la comarca del Montsiá, cerca del Delta del Ebro. Ya habíamos estado por allí con anterioridad otros años admirando sus paisajes serranos poblados de magníficos pinares y hayedos, sus campos abancalados y cerrados de infinitas cercas de piedra seca, donde el viajero puede contemplar muchos de sus olivos singulares, tanto centenarios como milenarios.


Piedra seca. Barraca 7.


Nos paramos a preguntar y recavar información sobre nuevos puntos de interés de la comarca en su Oficina de Turismo; una antigua escuela que muestra también muchos aspectos del próximo Parque Natural dels Ports. Allí, fuimos detalladamente atendidos por el muchacho que llevaba el centro. Fuera de lo que habitualmente le consulta el público, lo bombardeamos a preguntas sobre mapas, botánica, senderos, fauna, etnografía, olivos centenarios, y a todas ellas supo aportarnos algo. Al preguntarle sobre si existían barracas de piedra por allí, pues sólo había podido visitar un par de ellas que se pusieron en valor en otro municipio cercano de la comarca, nos mostró de su colección personal y para mi sorpresa, un cuidado libro sobre la piedra seca en Tarragona. Mientras ojeaba las impresionantes fotografías de las barracas, algunas casi auténticas "minicatedrales" , me indicaba sobre el mapa de la zona algunas rutas donde podíamos acercarnos cómodamente para ver esas construcciones. La mayoría se encontraban en la limítrofe Rossell, un término ya de Castelló.


Barraca 7.



Interior de la cúpula. Barraca 7.


La conversación entre nosotros, fluía entre catalán y castellano, pues algunas palabras específicas son difícilmente traducibles. Por ejemplo, el definía como "cucurrollas" a las cubiertas de falsa cúpula de estas chozas, aunque genéricamente son llamadas por allí "barracas". Conocía bien todo el entresijo de caminos y olivares de la zona; curiosamente me comentaba, que por cuestiones laborales anteriores se había visto obligado, muy a su pesar, a derribar con maquinaria algunas de ellas en ciertas fincas donde los propietarios estaban modificando el sistema tradicional de usos de estos legendarios paisajes. Y así es, desde hace décadas estos viejos olivares están siendo gravemente alterados y destruidos por cuestiones especulativas como el saqueo de ejemplares centenarios para jardinería, la urbanización tanto "legal" como clandestina de algunas zonas mas costeras, las canteras, la proliferación de granjas intensivas de cerdos o pollos, y en general el abandono de sus ancestrales usos agrícolas y ganaderos.


Barraca 64.



Puestos ya en camino, con todos los datos en la cabeza y tras una leve parada gastronómica para reponer energías, nos adentramos con el coche en un paraje que es un laberinto de caminos que discurre por las estribaciones de la sierra. Son parcelas de olivares cerrados por cercas de piedra seca, algunas con unos gruesos desproporcionados, indicando así el duro trabajo que realizaron los que desmontaron estas laderas para convertirlas en agrícolas.


Barraca 84.



La primera barraca aparece cercana al estrecho camino asfaltado, sus piedras calizas de tonos blanquecinos y grises se elevan entre las copas de los olivos. Como siempre, conforme me voy acercando para localizar su entrada, una emoción difícilmente descriptible me invade. Me viene a la cabeza una frase de Mónica Alonso, aquella primera investigadora que me involucró en estos temas, "soy antropóloga porque desde pequeña lo viví de mi padre". Mi familia me espera a la sombra por las horas que son, pero luego se acercan para compartir mi admiración por estas modestas pero ancestrales construcciones.




Efectivamente, esta y otras en las que pudimos entrar, son chozas de piedra seca con cubiertas realizadas por aproximación de hiladas, lo que se suele llamar falsa cúpula. Casi todas son de planta circular en su interior, mas o menos ovaladas. Exteriormente presentan una gran acumulación de material pétreo, como si sirvieran también para acumular las piedras de la parcela. Suelen estar exentas o anexionadas a los cercados, a veces casi fundidos con ellos. Su aspecto exterior es muy variable, pero en general predominan las que tienen unos perfiles escalonados, con dos o tres anillos de refuerzo. El remate de las cúpulas suele estar abierto con un hueco de ventilación y salida de humos, teniendo algunas perfiles bastante apuntados, casi como capirotes, en catalán "cucurrulla". Las dimensiones también son variables, pero suelen ser bastante grandes en planta. Mas tarde pude comprobar en la fotografía aérea algunas de entre 7.20 y 9.80 m. de diámetro exterior.





Proseguimos la ruta, y empiezan a aparecer muchas mas, en un estado de conservación y densidad que nunca había visto en ningún lugar (15 o 20 tal vez), en un trayecto relativamente corto. Con posterioridad, ya sentado en el ordenador la sorpresa fue increíble; haciendo un recuento en las imágenes de Google Heart pude localizar hasta un mínimo de 83 construcciones en un área de 1 Km2. Esta situación parece que solía ser habitual en algunas zonas del norte de esta provincia, donde también se citan concentraciones similares en Catí, Tirig y Albocásse, donde son llamadas "barraquillas o casetas".


Barraca 6.


La conexión con la vecina Tarragona es evidente, presentando esta provincia de Cataluña un impresionante patrimonio de barracas y otros elementos en piedra seca, reconocidos a nivel europeo. Son de sobra reconocidas hoy como un bien de interés patrimonial, habiendo sido profusamente documentadas sus técnicas, tipologías y usos.  



Localización de las barracas. Fuente: Google earth


2 comentarios:

  1. Rafael, permíteme que te exprese mi admiración por la labor que realizas. Es verdad que te tiene que acompañar el ejecutivo, aunque supongo lo documentarías solo seguramente. Visto el plano de Google, es increible la cantidad de barracas, primero leí 84 y ya me mosqueé. Extraordinario e inmejorable reportaje que, ahí queda. Nosotros tuvimos la oportunidad de estar por la zona, pero un poco más bajo, el Maestrazgo, me impactó.
    Un fuerte abrazo

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    1. Gracias Paco; la verdad es que en esta Península Ibérica nuestra, hay sitios heredados increíbles.

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