jueves, 13 de septiembre de 2012

Tagarrosos. Reseñas de un pasado familiar en Los Pedroches.

Quiero mostrar aquí un artículo, que ha escrito un gran amigo y colaborador, Juanma Sánchez, a quien agradezco su gran interés por estos temas de recuperación de la memoria de nuestros antepasados. El germen de la colaboración que aquí se muestra, surgió como fruto de una casualidad. Este verano, para una charla que dí en Hinojosa del Duque sobre las “Chozas de Los Pedroches”, elegí un buen puñado de imágenes para ilustrar tal presentación. Una de ellas, correspondía con un cortijo, que visité hace unos años buscando una antigua referencia cartográfica llamada “Choza Redonda”. Tal simple imagen, despertó en mi amigo una serie de recuerdos familiares, que posteriormente se fueron hilando, como para verificar que en ese lugar vivieron sus bisabuelos.

Imagen familiar de los años 50. Cortesía de J.M. Sánchez.

Mis bisabuelos, Juan Pablo Nevado y Teodora Granados, fueron arrendatarios durante 10 años la finca “Los Tagarrosos” en el término de Hinojosa del Duque. Ellos eran básicamente ganaderos, y se trasladaron a vivir a la casa de esta finca con su ganado y toda su familia, es decir, con sus cuatro hijos: Luis, Juan, Presentación y Manolo. El arriendo de la finca les costaba 11.000 reales anuales por un concepto de alto y bajo. Allí estuvieron de 1926 a 1936, hasta que fueron desplazados por los frentes de la Guerra Civil a unos cortijos no lejos de allí, en la zona de “Humañas”, concretamente al cortijo de “lo de Nieto”, donde pasaron toda la guerra.
“Tagarrosos” era propiedad de una familia adinerada de Peñarroya-Pueblonuevo. El cabeza de familia trabajaba de escribiente en las minas de allí, y venían temporadas veraniegas a pasar solo unos días a la finca. Parece que habitualmente usaban el ferrocarril de vía estrecha que unía Peñarroya con Puertollano ya que tenía una estación cercana a la finca, “Cámaras Altas”, donde mis bisabuelos solían ir a recogerles.
 Mis bisabuelos ocuparon una de las edificaciones anexas a la vivienda principal de la finca, lo que hoy llaman las cartografías actuales como “Cortijo Viruta “, y que ellos venían a llamar “la casa de los balcones”, por ser esta la única casa que tenía balcones en toda la zona. Con el tiempo, los señores les permitieron usar una habitación interior de la casa, donde se acostaban en verano por ser mucho más fresca.
Mi bisabuelo tenía principalmente ovejas, aunque recuerdo comentar a mis abuelos que en la finca alternaban el ganado con la labor. Comentaba mi abuela que en esa tierra abundaban mucho los “matones”, haciendo referencia a las “matoqueras” de encina, para lo que tenían que rozar previamente la hoja de barbecho de ese año, y esto resultaba ser un trabajo muy duro. Pero sin duda el trabajo más duro era la siega; ella contaba que intentaban que “la niña”, que llegó a la finca con 10 años, no fuera a la siega en la medida de lo posible, aunque en los últimos años fue necesario que fuera, igual que el resto de sus hermanos.
Una de las anécdotas que nos ha contado montones de veces sobre su vida allí, tiene que ver con la vida pastoril y la cultura del momento. Parece ser que encerraban por las noches el ganado en un redil móvil que disponían por toda la finca, con el fin de realizar el majadeo del terreno. Y de igual forma, construían un “chozo” pequeño y portátil, llamado “rosquera”, donde sus hermanos pasaban la noche guardando el ganado encerrado en el redil. Esta rosquera la construían con un armazón de palos ligeros (posiblemente de retamas gruesas que es madera ligera), asentado en unas parihuelas para facilitar su transporte, y lo cubrían con paja cosida al mismo. Dentro usaban a modo de colchón “la jarda”, una especie de costal grande que llenaban de paja para dormir sobre él. La rosquera debía de ser de considerables dimensiones, quizá pequeño como chozo, pero lo suficientemente grande como para que pudieran dormir dentro dos personas.

Chozo de muda en Oncala (Soria).

Bien, la historia es que una noche estaban sus dos hermanos mayores Luis y Juan en la rosquera junto al ganado, y como muchachos jóvenes que eran, les gustaba jugar a las cartas antes de dormir. Su padre Juan Pablo les tenía dicho que no lo hicieran, pues corrían el riesgo de prender la paja seca con el candil que usaban para iluminar la partida, cosa que ellos confiados desobedecían, pues era más su afán por jugar. Así que pasó lo que mi bisabuelo temía. Esa noche prendió la paja de la rosquera en un descuido con la llama del candil, y a tal velocidad que a ellos nos les dio más tiempo que salir de ella y salvar las jardas y alguna manta. Después se encajaron en la casa de los balcones y, ya tarde, muy serios, tuvieron que reconocer a su padre lo sucedido. Él les regañó intensamente diciendo: “Mira que se lo tengo dicho”. Y les puso de faena para el día siguiente construir otra rosquera.
Otra anécdota que mi abuela Presentación contaba, y nos referencia la existencia de un chozo en la ubicación de “la casa de los balcones” o “Cortijo Viruta” es la siguiente: Parece ser que en una ocasión, la familia propietaria de la finca pasaban unos días en ésta con sus dos hijos que por entonces eran unos chiquillos. Uno de esos días mi bisabuelo Juan Pablo entró en un chozo cercano a la casa que usaban para guardar el carro, y al instante salieron los dos chiquillos por la puerta del chozo y Juan Pablo detrás con una vara en la mano diciendo: “Cachocabritos, como os volváis a cagar en el carro os vais a enterar”. Era habitual que los dos chiquillos desarrollaran todo tipo de travesuras en sus estancias en la finca.
Esta anécdota es la referencia de que existió un chozo cercano a la ubicación de la casa de “Tagarrosos”, y que debió ser de considerables dimensiones como para que cogiera un carro en su interior. Cosa que también posteriormente mis abuelos harían en Humañas donde se trasladaron años después, y donde usaron otro chozo para guardar el carro y también como gallinero. Puede que fuera práctica habitual que una vez se construyera una casa junto al chozo, éste despropiado de su uso de vivienda, pasara a ser usado como elemento auxiliar de la vivienda.
Desgraciadamente no existen fotografías familiares en la finca de “Tagarrosos”. Sólo conservamos una de principios de los años 50, en que la familia iba a la romería de la Virgen de la Antigua en Hinojosa del Duque. Lo que sí es seguro, es que en ella aparece el carro que mi bisabuelo Juan Pablo guardaba en el chozo de “Cortijo Viruta“ Presentación, mi abuela, que le tapa la cara su hijo José que está delante, está subida en el carro en el centro junto a su madre, Teodora a la izquierda. Juan Pablo va en la burra a la derecha con uno de sus nietos. Manolo, otro de los hijos de Juan Pablo, es el que aparece subido en la mula sobre el pértigo del carro, y mi abuelo Juan va subido en la rueda.

Juan Manuel Sánchez Esquinas

1 comentario:

  1. Me ha encantado esta entrada, llena de imágenes en letras que hacen ver perfectamente que es lo que pasó años atrás. Si cada uno de nosotros rebuscáramos en nuestras raíces un pelín, la etnografía Andaluza no tendría límites. Enhorabuena a los dos Rafa y Juanma. Un abrazo.

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