lunes, 14 de noviembre de 2011

Una de cal y otra de arena.

           Acabo de llegar de una salida de campo por el noroeste de la provincia, concretamente por Fuente Obejuna. Aunque fuimos para que mi madre conociera la aldea donde nació mi abuelo en 1902, he tenido la oportunidad de constatar, que este tipo de arquitectura tradicional es cuestión de unos años mas, para que se pierda definitivamente. Hace ya casi veinte, fotografié de casualidad, una construcción que me llamó la atención, mientras buscábamos colonias de cernícalo primilla por esta comarca del Alto Guadiato; se trataba de un cortijo de planta circular en medio de un gran páramo. No le dí mucha importancia entonces, pero años después he descubierto que el edificio llamado “Chozo Redondo” fue un lagar con una singular estructura y técnica constructiva, donde vivieron hasta cuatro familias, según un informador. Quise volver a visitarla ahora y al encontrarla, comprobé lo que me imaginaba; sólo quedaban un montón de ruinas. Pudimos comprobar, no obstante, que su planta circular (de unos 10 m. de diámetro) estuvo conformada por dos muros concéntricos; el exterior, de tapial calzado sobre mampostería y el interior con zócalo de piedra y cúpula semiesférica de adobes; por cierto, la primera vez que veo esta forma de cúpula en Andalucía. En fin, una verdadera lastima. Pero cuidado, que este cortijo estaba ya inventariado desde hace tiempo por la Junta de Andalucía, apareciendo en su publicación “Cortijos, haciendas y lagares”, donde se indicaba su valor e idiosincrasia. Pero ya sabemos que pasa con estas cosas.

El "Chozo Redondo" en 1992.


Aspecto actual de la misma construcción.

              Mi pesimismo no es infundado, ya que precisamente ahora, va ha resultar mas difícil convencer a nuestra sociedad para que conserve e invierta en la restauración y puesta en valor de este patrimonio etnográfico. Queda una esperanza, no obstante; me consta que hay todavía personas repartidas por los lugares más insospechados con interés por conocer y recuperar nuestra cultura tradicional. Unos ejemplos me han dado el contrapunto; en la aldea de Ojuelos Bajos nos topamos con alguien, que en su huerto se ha construido una magnífica choza vegetal, a la contra de lo que se viene haciendo por todos lados, chalets y naves de un horrible gusto e impacto paisajístico.



Choza en un huerto de Ojuelos Bajos.

Igualmente, fui a saludar a mi amigo Chema de Piconcillo, persona muy interesada en la conservación del patrimonio histórico, minero y natural de su zona. Precisamente allí, se concentran algunos de los mejor conservados chozos  de la comarca, que el me ayuda a investigar.

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